Paul-Louis Courier

Epistológrafo, libelista, helenista
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Paul-Louis Courier
Retrato de Paul-Louis Courier por Ary Scheffer

Paul-Louis Courier (1772-1825) fue el testigo atento y satírico de su tiempo. De manera deslumbrante, estigmatizó, en sus cartas y en sus panfletos, la ruindad de los pudientes y alabó la grandeza de los humildes. Su estilo cáustico y brillante, su espíritu independiente hacen de él un escritor muy actual.
Helenista sin par, ese fervoroso admirador de la antigüedad tradujo también numerosos textos griegos y por primera vez, en su integralidad, Dafnis y Cloe de Longo.
Características artillero a caballo
epistológrafo
helenista
traductor
panfletista
Nacimiento el 4 de enero de 1772
París, France Francia
Muerte el 10 de abril de 1825 (a los 53 años)
Larçay, France Francia
Funeral religioso el 12 de abril de 1825
Véretz, France Francia
Matrimonio el 12 de mayo de 1814
París 7eFrance Francia
con Herminie Clavier, (de 18 años)
nacida el 30 de julio de 1795 en Noneville cerca de NemoursFrance Francia
volvió a casarse con Théodore Maunoir, el 4 de agosto de 1834 en ParísFrance Francia
fallecida el 13 de noviembre de 1842 en Ginebra, Suisse Suiza
Idiomas practicados francés
latín
italiano
griego antiguo
inglés
Dotes particulares Monta a caballo
sátira
literatura griega
Condecoraciones Legión de Honor
ligneaul-Louis Courier, ese espíritu tan francés que tutea a la Grecia antigua, hace mentir a los poetas…. A uno de ellos, al menos, al TASSO. Si creemos lo que escribe en su Jerusalén libertada (Jérusalem délivrée), blanda, agradable, encantadora sería la región llamada Turena y los que ahí viven estarían en simbiosis con ella. Imagen no contradicha por este fino conocedor del jardin de Francia que es el turonés Balzac.
Otro poeta, nacido no en Italia sino en Turena, Alfred de Vigny, dice del lenguaje de los turoneses, en su novela Cinq-Mars, que es « el más puro francés, ni lento ni rápido, sin acento; la cuna de la lengua francesa se halla allí, cerca de la cuna de la monarquía ».
Muchas veces repetida, esta afirmación sería el recuerdo de la larga estancia de la Corte Real en esta provincia salpicada de castillos y de bellas mansiones y obsesionada por un pasado idealizado…

Nacido en París, el cuatro de enero de 1772, a un tiro de piedra de la iglesia de San Eustaquio, donde fue bautizado, Courier vivió una juventud feliz a unos doce kilómetros al oeste de Tours, a orillas del majestuoso Loira.
Él ¿un hombre de carácter blando? De ninguna manera. Incluso la enfermedad escondida en los pulmones no tiene nada de moderada; ¿no le llevó, cuando la madurez, repetidas veces, hasta la mismísima puerta de la muerte ?
Es un hombre apasionado : pasión por la lengua griega desde que tenía tan sólo siete u ocho años que no le abandonará nunca, ni incluso en medio de los riesgos y peligros de muerte que corrió a lo largo de los diecisiete años al servicio de los ejércitos napoleónicos; pasión por la libertad de espíritu que lo lleva a burlarse de las costumbres palaciegas del imperio y a lanzar pullas contra el arribismo y la necedad, eternos motores de las acciones humanas; pasión por los autores franceses del Renacimiento y del Gran Siglo. Estas tres indisociables pasiones dan sentido a su vida como cuando el famoso episodio de la mancha de tinta.
Licenciado del ejército después de la batalla de Wagram, su amor por la lengua griega fue la causa de los ataques de cierta prensa trasalpina que lo condenaba por haber manchado con tinta un pasaje inedito descubierto por él, en Florencia, a finales de 1807, en un relato de Longus : Dafnis y Cloe. Los perros le hostigaron durante mucho tiempo, hasta que en septiembre de 1810, fecha en la que, fuera de sí, puso en la picota a sus adversarios en la Carta al Señor Renouard, librero (Lettre à Monsieur Renouard, libraire). Olvidado este episodio tumultuoso, algunos días antes de que Napoleón derrotara a los rusos en Smolensk, Courier regresó a Francia con unos cien borradores de cartas escritas durante su permanencia en el ejército y reanudó su relación con el círculo de eruditos parisinos del que era miembro. Volvió a su Turena tanto tiempo abandonada, donde sus padres dormían el último sueño.
¿ Qué rumbo darle a su vida en lo sucesivo? No lo sabía. Muy solo, volvió frecuentemente a casa del helenista con el que estaba más unido : Etienne Clavier. La armonía entre ambos eruditos no se desmintió y se la veía duradera. Pasaron los meses. Por fin, tres semanas después de la despedida del emperador a los soldados de la vieja Guardia en Fontainebleau, este solterón empedernido sorprendió a todo el mundo pidiendo y obteniendo la mano de Herminia, la hija mayor de Clavier.

Tras la vuelta al trono de los Borbones definitivamente confirmada después de la batalla de Waterloo, Courier, después de pensarlo mucho, decide residir en Turena. El 16 de diciembre de 1815, compra el bosque de Larçay, con una extensión de 250 hectáreas. Hay que vivir cerca. Entonces adquiere una granja en Veretz, sobre la ladera que domina el valle del Cher : la Chavonnière. Está convencido de que su joven esposa podrá, como antes que ella lo había hecho, la señora CLAVIER madre, una mujerona, encargarse de la administración de la casa. Mientras tanto y mientras su suegro se dedica a Παυσανίας (Pausanias), ), él se consagrará a Ξενοφῶν (Jenofonte) y a Нρόδοτος (Heródoto).
Habiendo roto, en fin, con una existencia errática, ha llegado el momento de poner en práctica su lema escogido cuando todavía no tenía 20 años : Ού δοκειν άλλ΄ ειναί ολβιος (« No parecer sino ser feliz. ») Para conseguirlo, quiere evitar introducirse en la buena sociedad turonesa y después, como lo hicieron sus padres, tener un heredero. Línea de conducta que respetó.
Desgraciadamente, el demonio se interpone en estos bellos proyectos encendiendo el fuego bajo el caldero de la política. Francia entra en un largo período de violentos enfrentamientos entre dos bloques : los de derechas revanchistas, apoyados por la Iglesia y deseosos de bregar con todos los que siguen teniendo los ojos de Jimena para con la Revolución. Acabado Napoleón, los resucitados se imponen por todas partes : doscientos protestantes masacrados en Nîmes, el mariscal Bruen asesinado como un perro, la guillotina en acción, soldados de alto grado que permanecen fieles al emperador como NEY fusilados ; otros encarcelados en la Bastille así como algunos civiles partidarios de la república o del imperio ; las cárceles están llenas…
En Luynes donde tiene Courier una propiedad heredada de sus padres, este período bautizado como el Terror blanco conoció un episodio singular. Siendo propenso a odiar el fanatismo, se enfureció. Dio su parecer recogiendo firmas, modo de expresión otorgado a los franceses por Luis XVIII en su Carta, La petición a las dos Cámaras (la Pétition aux deux Chambres). Claro y sencillo como un discurso del ateniense Λυσίας (Lysias), de manera evidente, este texto quita la razón al Tasso y se la da a Vigny. ¡ Fuera toda moderación ! pero ¡ pureza de la lengua !
Todo parece calmarse. ¡ Ay ! Por desgracia para el matrimonio, llega la terrible noticia a Turena: Clavier, el amigo y suegro, el hombre mayor y maestro querido por el uno, el padre venerado por la otra, Clavier quien, antaño, hizo frente a Napoleón, quien tradujo la obra entera de Παυσανίας, CLAVIER, no, no puede ser, ¡ Clavier ha muerto ! Y como las desgracias nunca vienen solas, se degrada la situación política. Courier habla de ello en un periódico de izquierdas con cortos textos incisivos, todo lo contrario de la supuesta desidia de la tierra natal de RABELAIS. Su lengua infunde respeto, su ironía da en el blanco, sus expresiones acertadas encantan, seduce su sentido común de campesino…En una palabra, se erige en maestro defensor de todos los que viven de la tierra en aquel entonces cuando Francia, esencialmente rural, tararea o canta las canciones satíricas y denigrantes de Béranger. Prohibido el periódico, se le insta a afiliarse a tal o tal partido de la oposición; él, manda a esa chusma a los mil demonios. Él sabe lo que debe hacer: esmerarse periódicamente en escribir folios que en París se disputan por leer. Cuida la redacción de sus panfletos, vigila la impresión, se mantiene informado de la difusión y de la acogida del público… Y ¡ él lo clama ! « No es un derecho sino un deber, estricta obligación de quien tiene una idea, expresarla y darla a conocer por el bien común. »

En Veretz donde reside con su esposa desde 1818, la vida se convierte en un infierno. Con la complicidad del gobernador de Tours, el alcalde fanático monárquico se las ingenia para complicarle la vida. El antiguo artillero que se sabe constantemente vigilado en todas sus acciones y gestos lucha en dos frentes : por su patria y por sí mismo. Por Francia que ese hombre desengañado ama y tan bien lo hace que le castigan con dos meses de cárcel por haber ofendido a los poderosos. En Veretz es un vergonzoso fracaso antes del naufragio: se alimenta mal, corre de la Ceca a la Meca, no logra descansar, tiene graves problemas económicos, se ve metido en pleitos perdidos de antemano, y observa, sin poder remediarlo, cómo su mujer sufre ante esta agobiante situación.
Desatendida por su marido muy metido en la tormenta política, Herminia consigue dar la cara durante un tiempo. Pero no es tan enérgica como lo fue su madre. La abruma la pesada tarea y, con su primogénito como única compañía, cae en una terrible depresión.
Ultimo acto de este camino al martirio: seis meses después de que su señora diera a luz a su segundo hijo, una conspiración local se urdió contra el panfletario quien, desde Veretz, lanza sus dardos envenenados contra el poder. Cinco o seis personas, de entre esa gente humilde de Turena a la que él defendió con toda el alma por medio de su pluma, planearon lo peor. ¿ La policía secreta tuvo algo que ver en ese atroz desenlace ? ¿ Se enteró de lo que se estaba tramando ? ¿ Dejó a sabiendas que se realizara para solucionar el problema Courier ?
El domingo 10 de abril de 1825, mientras todos los que bailaron y se divirtieron en la verbena de Saint-Avertin, regresaban a sus casas cansados y felices para reemprender el trabajo, un disparo resonó, al atardecer, procedente del bosque.
Al día siguiente, por la mañana, se descubre el cuerpo de Courier que yace boca abajo, en la tierra empapada de agua de lluvia. Su traje tiene una quemadura donde el riñón derecho, prueba de que le han disparado a quemarropa. Murió en su bosque de Turena, comprado diez años antes.

Traduction Dolores Laval et Augustin Sala

  Eglise Saint-Eustache à París monument_commemoratif.jpg
 
      Iglesia Saint-Eustache en París Memorial en la Plaza de Véretz
(diseñados por Viollet-le-Duc)
 

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